
16 May Aprendiendo a dormir bien
El ritmo de vida de la sociedad actual hace que ya no durmamos la misma cantidad de horas que hace unos años y aunque sabemos que dormir sigue siendo importante cada vez el tiempo que dedicamos a descansar es menor. Por todo ello es aún más importante ser conscientes de la importancia de saber dormir bien.
Todos sabemos que hay que dormir lo suficiente, pero ¿tenemos claro cuánto es lo suficiente?
La respuesta no es sencilla, depende por ejemplo de si somos hombres o mujeres o incluso de nuestra edad. Así, un niño pequeño necesita dormir mucho más que un anciano y está demostrado que las mujeres fisiológicamente necesitan dormir más que los hombres.
Pero si hay que dar una cifra, diríamos que el margen se sitúa entre 7 y 9 horas de sueño diario. En el primer estudio Flex sobre el Sueño, se ha establecido que los españoles nos encontramos dentro de esos límites recomendados a nivel general, ya que dormimos una media de 7,1 horas de lunes a viernes: aprobamos por los pelos. Aunque resulta preocupante que el 35% declara que no llega a dormir esas 7 horas mínimas recomendadas.
¿Y qué es lo que nos está impidiendo dormir bien? Aunque las razones sean múltiples, sin duda el estrés y las enfermedades son las más frecuentes y quizás también las más complicadas de manejar. Sin embargo, otras como el estado del colchón (causa de insomnio en el 22% de los casos) o la temperatura de la habitación (8% de los casos) sí se pueden solucionar más fácilmente.
Es aconsejable tener una rutina a la hora de acostarse, lo cual facilitará que conciliemos mejor el sueño. Así, hábitos como darse una ducha o un baño caliente antes de dormir, realizar ejercicios de meditación o escuchar música relajante son actividades que predisponen a nuestro cuerpo al sueño. Debemos ir bajando el ritmo cardiaco, ralentizando las ondas cerebrales y preparándonos para dormir plácidamente.
Cuando vas a participar en una carrera, te entrenas y calientas para hacerlo bien. Hagamos lo mismo con nuestro descanso, dediquemos un tiempo a preparar nuestro cuerpo y nuestra mente para lograr un sueño verdaderamente reparador.
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