22 Jun Sueño REM: ¿qué es y cuáles son las fases que pasamos?
Al contrario de lo que pueda parecer, mientras dormimos nuestro cerebro no se detiene. Permanece activo y trabaja para llevar a cabo diferentes funciones de gran importancia para el funcionamiento de nuestro organismo. Entre ellas, está la de fijar información, procesar recuerdos y la regeneración. No todo esto se realiza a la vez. Por eso hay fases del sueño diferenciadas.
¿Qué es el sueño REM?
El sueño REM, una de las etapas más conocidas, es solo una de las cinco por las que pasamos. Cuando dormimos, pasamos fases del sueño que se repiten en ciclos de aproximadamente 90 minutos cada uno. Esas fases se dividen entre sueño no REM y sueño REM. Todas tienen diferentes características y procesos en los que nuestro cerebro se emplea con el fin de garantizar la recuperación de energías de nuestro cuerpo.
El sueño no REM es el que se desarrolla en primer lugar cuando nos acostamos. Durante este periodo, el cerebro pasa por las fases 1, 2, 3 y 4. La quinta es la que se conoce como sueño REM y ocupa en torno al 25 % del descanso, aunque va variando según la edad.
¿Qué significa el sueño no REM?
Al meternos en la cama tras un día largo, nos comenzamos a relajar hasta que nos dormimos por completo. En esa transición, pasamos por varios momentos de sueño más ligero hasta el letargo más profundo. Esa progresión se debe a las diferentes fases del sueño por las que pasamos y, que en el caso del sueño no REM, son concretamente cuatro y suponen el 75% un ciclo.
- Fase 1. Es la que se conoce como adormecimiento y ocurre durante unos 10 minutos aproximadamente. Son esos instantes en los que nos estamos quedando dormidos; una especie de sueño superficial en el que aparece la somnolencia e incluso pueden producirse alucinaciones. En esta etapa los movimientos oculares son escasos.
- Fase 2 o sueño ligero. Aquí ya nos adentramos en un sueño más profundo mientras vamos aislándonos del entorno que nos rodea.
- Fases 3 y 4. Continuamos cayendo aún más en el letargo al mismo tiempo que nuestros músculos se relajan. Por otro lado, disminuye el ritmo cardíaco y respiratorio. Es en esta fase en la que el sueño ya es reparador. Además, el organismo comienza a regenerar y a hacer crecer diferentes tejidos e inicia diferentes procesos con los que fortalecer el sistema inmunitario. También se produce la liberación hormonal, como las sexuales y la de crecimiento, de ahí la importancia del sueño durante la niñez.
El sueño REM y su importancia en la memoria
La quinta fase es la que se corresponde con el sueño REM. Su nombre proviene de las siglas en inglés de Movimiento Ocular Rápido. En ella el cerebro se activa, se incrementa la frecuencia cardíaca y el ritmo de la respiración. Es lo contrario de lo que ocurría en el sueño no REM. Esta etapa tiene una gran importancia en el proceso de la memoria, ya que en ella se consolidan recuerdos, vivencias y conocimientos y se “borran” aquellos menos relevantes.
Podemos decir que la nueva información obtenida durante el día se ordena y se relaciona con las ya existentes mediante la creación y el refuerzo de las conexiones neuronales. Es por ello por lo que la expresión popular de “consultarlo con la almohada”. Al descansar, vemos el asunto que nos preocupa con más claridad. Para procesar la nueva información, el cerebro establece nuevas asociaciones con aprendizajes pasados y elimina la carga emocional de los recuerdos.
El sueño REM según la edad
Como decíamos con anterioridad, el ciclo del sueño va variando con la edad. Así, en los primeros años de vida la fase de sueño REM ocupa una gran parte del ciclo y va disminuyendo conforme crecemos y nos hacemos mayores. Cuanta más edad, permaneceremos más tiempo en estado de vigilia y menor será el sueño REM del que disfrutemos.
Esta etapa cumple un papel crucial en nuestro bienestar emocional y cerebral. Debe cuidarse para evitar problemas cognitivos y otros relacionados con la salud mental. ¿Cómo lo hacemos? Pues, en primer lugar, tratando de obtener un sueño de calidad en general. Esto se consigue siguiendo una rutina regular, lo que implica acostarse y levantarse siempre a la misma hora. Con ello conseguiremos que nuestro ciclo circadiano se mantenga en hora. Respetar el espacio de descanso también es muy valioso y no hay que olvidar que el mobiliario, como el colchón, debe adaptarse a nuestras necesidades. De esta forma lograrás despertar renovado, despejado y listo para afrontar un nuevo día.
Lo sentimos, los comentarios están cerrados en este contenido.